MES DE MARÍA - 6 DE DICIEMBRE


MARÍA, MISIONERA DE LAS MULTITUDES


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Saludamos a nuestro Dios: En el nombre  del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial para todos los días del mes (Ver columna derecha de esta página).

Presentación de la Palabra de Dios: Ser discípula implica la dimensión misionera. Meditemos hoy el llamado que Aparecida nos hace desde la Virgen María.

Texto bíblico: Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas: 1,39-48

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor".

Entonces dijo María: "Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava".

Palabra del Señor.
Reflexión:

“María es la gran misionera, continuadora de la misión de su Hijo y formadora de misioneros. Ella, así como dio a luz al Salvador del mundo, trajo el Evangelio a nuestra América. En el acontecimiento guadalupano, presidió, junto al humilde Juan Diego, el Pentecostés que nos abrió a los dones del Espíritu. Desde entonces, son incontables las comunidades que han encontrado en ella la inspiración más cercana para aprender cómo ser discípulos y misioneros de Jesús.

Con gozo, constatamos que se ha hecho parte del caminar de cada uno de nuestros pueblos, entrando profundamente en el tejido de su historia y acogiendo los rasgos más nobles y significativos de su gente. Las diversas advocaciones y los santuarios esparcidos a lo largo y ancho del Continente testimonian la presencia cercana de María a la gente y, al mismo tiempo, manifiestan la fe y la confianza que los devotos sienten por ella. Ella les pertenece y ellos la sienten como madre y hermana”.  (Cfr. DA 269.)

El texto es muy evidente en su mensaje. La Virgen María es la misionera del hogar, del trabajo, en medo de la multitud. En el gozo y en la esperanza. En la alegría y en la  tristeza.

Los invitamos a poner en común hoy, dónde y en qué circunstancias de nuestra vida nos hemos encontrado con la Virgen María.

De acuerdo a lo que vayamos señalando, se nos irá haciendo mucho mas evidente la presencia misionera de María.

Oremos

Demos gracias al Señor por la presencia silenciosa y profunda de la Virgen en los santuarios de América, que nos muestran la fuerza misionera de María, y pidamos por ellos para que sean ese pulmón espiritual que nuestra sociedad necesita.

Oremos también por todas las expresiones religiosas que reconocen en María la madre y maestra que inspira su devoción y seguimiento al Señor, para que cada vez profundicen su identidad cristiana y misionera.

Recordemos y pongamos en la presencia del Señor a todos los peregrinos que al final del Mes de María irán a los Santuarios llevando sus oraciones y agradecimientos al Señor por medio de la Virgen.

Padre del cielo que envías a tu Hijo Jesús al mundo, para colmar nuestras esperanzas, y ofrecernos un futuro mejor y eterno, aumenta nuestra fe y nuestro amor por ti y los hermanos.

Señor Dios nuestro, tú nos amas y por eso esperas que practiquemos tu bondad y tu justicia. Que Jesús permanezca con nosotros para que tus anhelos y los nuestros se hagan realidad.

(Añada las oraciones que vienen a su corazón con la escucha de la Palabra).

Oración final para todos los días del mes. (Ver columna derecha de esta página).

Conclusión

Nos bendiga Dios Todopoderoso,  Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.