MARÍA, DICHOSA AL ESCUCHAR AL MESÍAS
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Saludamos a nuestro Dios: En el nombre ✜ del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial para todos los días del mes (Ver columna derecha de esta página).
Presentación de la Palabra de Dios: Un gran deseo nos inunda de haber podido estar presentes en esos momentos, en que la Virgen es alabada por haber llevado al Mesías en su seno. Más allá del deseo, veamos hoy qué enseñanzas podemos sacar.
Texto bíblico: Evangelio de N. S. J. C. según san Lucas 11, 27-28
“Cuando estaba diciendo esto, una mujer de entre la multitud dijo en voz alta:
- Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron.
Pero Jesús dijo:
- Más bien, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”.
Palabra del Señor
Reflexión:
Jesús predicaba y hacía milagros, expulsando demonios. Desde esta escena sale este grito de una mujer que San Lucas lo recoge de manera única. Lo primero que llama la atención es, eso, que lo haga una mujer, puesto que ellas no tenían en ese tiempo mucho derecho a decir palabras, menos en público. Jesús no la reprende por ello, sino que la dignifica, puesto que recoge su grito y lo responde.
Lo segundo, es que ya no es sólo Isabel, la que la llama bendita, sino que lo es también para esta mujer, que ve en María aquella que ha concebido al Mesías, su Señor.
Jesús responde que esto es real, pero que la bienaventuranza viene de oír la Palabra y guardarla activamente.
María es entonces, dichosa también, por haber oído, obedecido, guardado y sopesado la Palabra de Dios. En adelante, te llamarán bienaventurada todas las generaciones.
Hoy somos nosotros los que la alabamos y la llamamos bendita entre todas las mujeres.
Oremos
Demos gracias en este día por todas las mujeres que, en su maternidad física o espiritual, dan la vida y la acompañan, para que puedan dar también la vida en abundancia que viene del Señor.
Acojamos el gozo de tantos cristianos que reconocen en la Iglesia a su madre espiritual, que les muestra la providencia del Padre, la vida nueva del Hijo y el gozo de una vida en el Espíritu Santo.
Pidamos también por todas las madres que sufren por sus hijos, para que el Espíritu del Señor les ilumine el camino de amor por donde conducirse en la tarea formativa.
Pongamos en la presencia del Señor a los educadores, catequistas y a los padres de nuestros niños para que sepan guiarlos a la contemplación de Jesús en su infancia.
(Añada las oraciones que vienen a su corazón con la escucha de la Palabra).
Oración final para todos los días del mes. (Ver columna derecha de esta página).
Conclusión