MARÍA, MADRE DEL REY
Saludamos
a nuestro Dios:
En el nombre Ì del Padre,
y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración
inicial
para todos los días del mes (Ver columna derecha de esta página).
Presentación
de la Palabra de Dios:
La solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo, cierra el año
litúrgico. Un año más en el que se nos ha ofrecido la posibilidad de caminar
tras los pasos de Jesús en su seguimiento. Y yendo, con María, tras los pasos del
Maestro, hallamos la oportunidad de aprender de Él, escuchar lo que dice, ver
lo que hace y procurar comprender “su lógica”–que no pocas veces nos desborda-,
como la “lógica” propia de Dios.
Texto
bíblico:
Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Mateo 25, 31-46
Jesús dijo a sus discípulos:
"Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles,
se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su
presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de
los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a la izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi
Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo
del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me
dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron;
enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'. Los justos le
responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer;
sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos;
desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?”. Y
el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'. Luego dirá a los de la
izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado
para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de
comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron;
desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'. Estos, a su
vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o
desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'. Y él les responderá: 'Les
aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos,
tampoco lo hicieron conmigo'. Estos irán al castigo eterno, y los justos a la
Vida eterna.
Palabra
del Señor.
Reflexión
Las fuentes no admiten dudas. Jesús vive
volcado hacia aquellos que ve necesitados de ayuda. Es incapaz de pasar de
largo. Ningún sufrimiento le es ajeno. Se identifica con los más pequeños y
desvalidos y hace por ellos todo lo que puede. Para él la compasión es lo
primero. El único modo de parecernos a Dios: «Sed compasivos como vuestro Padre
es compasivo».
¿Cómo nos va a extrañar que, al hablar
del Juicio final, Jesús presente la compasión como el criterio último y
decisivo que juzgará nuestras vidas y nuestra identificación con él? ¿Cómo nos
va a extrañar que se presente identificado con todos los pobres y desgraciados
de la historia?
Según el relato de Mateo, comparecen ante
el Hijo del Hombre, es decir, ante Jesús, el compasivo, «todas las naciones».
No se hacen diferencias entre «pueblo elegido» y «pueblo pagano». Nada se dice
de las diferentes religiones y cultos. Se habla de algo muy humano y que todos
entienden: ¿Qué hemos hecho con todos los que han vivido sufriendo?
El evangelista no se detiene propiamente
a describir los detalles de un juicio. Lo que destaca es un doble diálogo que
arroja una luz inmensa sobre nuestro presente, y nos abre los ojos para ver
que, en definitiva, hay dos maneras de reaccionar ante los que sufren: nos
compadecemos y les ayudamos, o nos desentendemos y los abandonamos.
El que habla es un Juez que está
identificado con todos los pobres y necesitados: «Cada vez que ayudaron a uno
de estos mis pequeños hermanos, lo hicieron conmigo». Quienes se han acercado a
ayudar a un necesitado, se han acercado a él. Por eso han de estar junto a él
en el reino: «Vengan, benditos de mi Padre».
Luego se dirige a quienes han vivido sin
compasión: «Cada vez que no ayudaron a uno de estos pequeños, lo dejaron de
hacer conmigo». Quienes se han apartado de los que sufren, se han apartado de
Jesús. Es lógico que ahora les diga: «Apártense de mí». Sigan su camino...
Nuestra vida se está jugando ahora
mismo. No hay que esperar ningún juicio. Ahora nos estamos acercando o alejando
de los que sufren. Ahora nos estamos acercando o alejando de Cristo. Ahora
estamos decidiendo nuestra vida.
Oremos
Oremos
con María a Jesús, nuestro Rey, para que reine en medio de todos por el poder
de su amor.
1.
Jesús Nazareno, Señor, rey del universo, que fundaste
la Iglesia como sacramento de salvación. Te pedimos por todos los bautizados.
Bendice a nuestros Pastores y fortalece a todas las comunidades cristianas para
que vivamos los valores de tu Reino.
2.
Jesús Nazareno, rey del universo, que viniste a
hacer de nosotros un pueblo libre. Te pedimos por los líderes de las naciones
para que amen la libertad y la promuevan en sus países.
3.
Jesús Nazareno, Señor, rey del universo, que
viniste a hacer de nosotros un pueblo de hermanos. Te pedimos por los que
respetan y defienden la dignidad y los derechos de los demás, para que
extirpemos del mundo toda forma de violencia contra los creyentes.
4.
Jesús Nazareno, Señor, rey del universo, que
viniste a hacer de nosotros un pueblo misionero. Te pedimos por los católicos discriminados y perseguidos por vivir su fe y por cada uno de nosotros
para que vivamos conscientes de ser tus discípulos misioneros.
5.
Jesús Nazareno, Señor, rey del universo, que
viniste a hacer de nosotros un pueblo que viva en la verdad. Te pedimos
por los hermanos en cuyas palabras y obras podemos confiar y por nosotros para
que vivamos tu Evangelio con sinceridad.
6.
Jesús Nazareno, Señor, rey del universo, que
viniste a hacer de nosotros un pueblo de servidores. Te pedimos por todos los
que ayudan y atienden a los demás, y por cada uno de nosotros para que luchemos
contra el egoísmo que nos aísla.
7.
Jesús Nazareno, Señor, rey del universo, que
viniste a hacer de nosotros un pueblo de esperanza. Te pedimos por todos los
que se esfuerzan con optimismo, trabajando por todo lo bueno, y también, por
cada uno de nosotros para que venzamos el pesimismo y desaliento.
8.
Jesús Nazareno, Señor y Rey nuestro, enséñanos a
compartir las cargas de nuestros hermanos. Ven a reinar en nuestras familias.
Danos fortaleza para transformar nuestro mundo, empezando por nuestra casa, con
el poder de tu Evangelio.
Señor
Jesús que tu reinado crezca entre nosotros como un reino de justicia, amor y
paz, que la luz de tu verdad nos ilumine a todos y que tu amor servicial esté
vivo en todos nosotros. Tu que vives y reinas por los
siglos de los siglos. Amén.
(Añada las oraciones que vienen a
su corazón con la escucha de la Palabra).
Oración
final
para todos los días del mes. (Ver columna derecha de esta página).
Conclusión
Por intercesión de María, nos
bendiga Dios Todopoderoso, Ì Padre,
Hijo y Espíritu Santo. Amén.